Triunfando en Nueva York
Soy de los que cree que vive rodeado de triunfadores, conozco a cientos de personas que su vida es un ejemplo de triunfo y superación personal. Claro, estas personas no saldrán como tal a la televisión, ni en las páginas de sociedad de los periódicos, tampoco serán puestas como ejemplo a imitar en los libros de autoayuda, tampoco aparecerán en los reportajes de dominicanos sobresalientes en Nueva York.
Las páginas de los medio y lente de las cámaras, dispuestos a reseñar sus fracasos, sus desgracias, ante que sus esfuerzos por ser buenos ciudadanos y personas que rigen su vida de acuerdo a una escala de valores donde no tiene sitio la vanidad y la competencia que devora hasta tu madre tan propio de la cultura Norteamericana.
En este reportaje quiero hacer honor a la ya conocida personalidad de Manuel Castillo, unos de los personajes del reportaje anterior, la otra es una desconocida, ambos son para mí un ejemplo, una representación de los miles de dominicanos que han triunfado en la ciudad de Gran Manzana y que no aparecerán en los medios convencionales donde se hable de triunfadores.
Manuel logro conseguir un trabajo en la que se sintió a gusto. Fue contratado por una compañía que de dedica al mantenimiento de edificio, entro a trabajar en el área de limpieza, su capacidad para relacionarse con las personas y respeto a su trabajo le permitieron ser unos de los trabajadores más apreciado de la compañía. Su estilo de vida austero, reforzado por su mujer le permitieron alcanzar en pocos años logros que algunos miembros de la familia con muchos años viviendo en Nueva York no habían alcanzado.
Aprendió a conducir, compro un automóvil todo terreno, se mudo una casa más amplia y cada año en las vacaciones viajaba a su país y disfrutaba de ciertos lujos que no todo viajero se daba. Manuel Castillo formaba parte del grupo de los migrantes, no se encerró en los guetos de este clase siempre hizo un esfuerzo por entrar y comprender el estilo de vida de los norteamericanos, sin perder su acento e identidad, cosa que no es muy normal en los migrantes dominicanos, que en semanas puede adoptar un acento y modo de actuar con en el país y la cultura receptora y no por ello entender y sentirse cómodo con la cultura del país que lo acoge.
La otra protagonista de esta historia es Elisa Ramírez. Elisa se caso a los diecisiete años con Jony un joven que vivía en Nueva York al año siguiente nació su hija Joana. En su país Elisa estudiaba periodismo, tenía la idea de continuar sus estudios en los Estados Unidos.
Cuando vino a vivir a Nueva York muy pronto se dio cuenta de era algo muy difícil por no decir imposible, de no haber tenido una niña tal vez las cosas hubiese sido más fáciles, por el momento tenía que olvidarse de estudiar, su esposo nunca fue partidario de que estudiara, la hermana de este nacida y criada en Nueva York rechazo varias oportunidades de ir a la Universidad, lo decía con cierta satisfacción.
Después de varios años trabajando en diversos empleos propios de migrantes, Elisa se propuso conseguir un empleo mejor, puso su meta en ser asisten de enfermera en el hogar, encontró como siempre el primer obstáculo en su suegra que llevaba más de treinta años viviendo en Nueva York, no sabía hacer otra cosa que limpiar piso y no tenía la posibilidad de pagar su apartamento, vivía en una de las vivienda del servicio social del gobierno.
A Elisa no le gustaba la zona en la que vivían resultaba muy económico, pero una zona muy insegura, cuando se planteo la posibilidad de ir a vivir a Queens, su suegra volvió a enfilar toda su artillería de mujer fracasada hacia ella – Vivir en Queens, pero que se ha creído esa zona es súper cara, la frustración fue mayor cuando su hijo dijo que le parecía bien, de hecho tenía la posibilidad de trabajar en Queens apoyaba su esposa en la idea de irse a vivir a dicha zona. Hasta ese momento Jony había estado muy pendiente de las opiniones de su madre, de modo que Elisa se sorprendió de que por primera vez estuviera de su lado sin poner en cuestión su idea.
Había pasado un año desde que la pareja se fue a vivir a Queens. Elisa decidió que era hora de aprender a conducir un comprarse un carro. La decisión fue fruto de un enojo con su esposo, junto habían comprado un auto, pero él no tenía ningún interés a que aprendiera a conducir, una vez que Elisa saco la licencia se negó a prestarle el auto, por ello tuvieron una gran pelea. Elisa dijo que se compraría un carro.
Tres días después Elisa llamo a su esposo. Estaba en Long Island había comprado un corro y como era su día libre le pedía que fuera para que la acompañara, ya que no sentía segura conduciendo sola, era de noche y nevando, en esa condiciones no había conducido. La respuesta de su esposo fue que ella tenía licencia que la usara. Enojada y nerviosa condujo hasta su casa en Queens, fue una experiencia tremendamente estresante. Era la primera vez que conducía sola. Tuvo suerte encontró un parqueo cerca de su casa. Allí estuvo el auto parqueado tres días.
La relación de Elisa con su pareja era muy peculiar, vivían en una eterna pelea verbal, nunca hubo de ambos el mas mínimo gesto de agresión física, sin embargo era muy raro el día en que no tenían un roce de palabra, era como si de esa forma se manifestaran su amor, pues ambos se amaban locamente, desde que se casaron en ninguno de los dos había aparecido otra persona, juzgar por sus continuos enfrentamientos parecían que se odiaban, nada mas contrario a la realidad. Habían nacido el uno para el otro.Las parejas tienes formas muy extrañas de manifestar su amor Elisa y Jony lo hacían mediante sus enfrentamientos y peleas verbales.
Cuando Elisa volvió a tomar el carro se encontró en otra situación embarazosa propia de quien comienza a manejar en los Estados Unidos. No encontraba parque lo suficientemente amplio para parquear de frente, después de un largo rato llamo su esposo, aunque este estaba cerca no salió en su ayuda. No lo hizo por pereza, lo hizo para que se esforzara y lograra parquear si salía en su ayuda el primer día tendría que estarlo haciendo cada vez que estuviera en apuros. Logro aparcarlo con la ayuda de un peatón. Esa noche tuvieron como siempre una gran discusión.
Varias semanas después Elisa se desplazaba por la ciudad de Nueva York como si llevara años conduciendo, entonces su vida fue mucho menos estresante, haber comprado el auto en contra de todo fue una gran decisión. Cómoda en la zona, en su casa, con su carro, Elisa decidió que era tiempo de ir por más. Era tiempo de la independencia laborar, junto a una amiga monto su negocio, una peluquería en Broooklin, tres años después, adquirió el cien por ciento del negocio.
El final de esta historia es un final feliz. Veinte años después de llagar a la ciudad de Nueva York, Elisa sigue casada con su pareja de toda la vida, ya pelean menos, su hija ingreso a la Armada, sigue viviendo en Queens y regentando con éxito su negocio.Historias como esta hay en cada esquina de la ciudad de Nueva York. Historia como estas no hacen noticias en los medios de comunicación convencionales, para ello Elisa y Manuel son personas planas y normales, a mi me parece que es la historia de triunfadores, que es la historia de héroe de la cotidianidad, que estos son los verdaderos héroes y triunfadores, lo que forjan un país, dignifican una comunidad y engrandecen la humanidad.